jueves, abril 10, 2008

El legado de la ola


Cuando el reloj marcó las ocho, una ola rompió contra el acantilado salpicando su cara. Su rostro siguió mojado por un rato, pero pensó que la peor parte se la llevó la ola, que nunca más sería vista y solo dejó, como legado de su efímera existencia, unas gotas sobre su mejilla.

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