martes, abril 15, 2008

El pastor y el lobo


Zurrón al hombro se encaminó hacia el monte con su rebaño esperando afrontar una jornada tranquila. Innumerables obstáculos habían dificultado hasta entonces su objetivo de llevar a buen puerto el sueño de su vida. No se rindió, luchó contra hombres y lobos, y sacó adelante su sueño poniendo en ello sus dias y sus noches.
Kilómetros de camino a sus espaldas y toneladas de trabajo bajo sus pies, pero por fin las criaturas a las que tanto quiso, crecieron y se hicieron fuertes y para él era un orgullo verlas vivir, luchar, amar... Inesperadamente el rumbo de la tarde se torció, un viejo lobo que marcaba su territorio allá donde pisaba, quiso devorar el rebaño y saciar su sed con sangre fresca y fácil; el pánico hizo acto de presencia, el desconcierto llevó a la huida, la huida a la desesperación y ningún perro ni pastor pudo traer la calma de nuevo al redil, pues más y más lobos se unían a su festín; el sueño se diluyó con mucho menos esfuerzo que con el que vino. Al final, después del gran lobo, las ansiosas lobas y la manada entera, no quedaron más que buitres y hienas desgarrando los jirones de aquel sueño, los jirones de una vida cuya única salida era volver a empezar.

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