lunes, junio 02, 2008

Imborrable


Junio y su Luna nos concedieron su bendición. La noche cómplice junto a la risa y los cantos de tambor, abrieron su puerta a un jardín de miradas cómplices y brazos entrecruzados mientras las hadas y los cuentos ancestrales se mezclaban con el firmamento plagado de estrellas.

Tras el ascua fue la llama, y la tímida pasión creció hasta ser ternura y luego fuego incontrolado que incendió el amanecer.Los astros comprendieron que debían conjuntarse, las constelaciones se ajustaron al unísono en una danza celestial concediendo su favor y su custodia.

Cada año vuelven a la misma posición, vuelven a encajar en aquella formación y recuerdan una noche única, una noche en la que quebraron su juramento de rígida parsimonia. Después sonríen complacidos al comprobar su obra y otorgan magnánimes, de nuevo, su beneplácito.
Y yo esta noche veré sonreir a la Luna.

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