martes, junio 10, 2008

Luchador


Sonidos a mis espaldas que no quieren llegar a mis oidos me sugieren que alguien se acerca despacio. Tensando los músculos del cuello y deslizando mi brazo con destreza bajo la capa noto el cálido tacto de la empuñadura del estoque. Un golpe que rompe la noche indica el comienzo de la riña. Presto bajo el cuerpo mientras mi torso entrenado en mil batallas realiza el giro estudiado durante años que permite dejar al descubierto al enemigo más cruel. Lanzo la estocada en un grácil recorrido que desenfunda y mata al compás, como una sola acción que auna liberación y muerte en recíproco entendimiento y dirección. Miro su cara y veo a un amigo. A veces las sorpresas no son la cosa más adecuada cuando tratas con un luchador.

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