La joven no pudo soportar por más tiempo aquella fija mirada. Armándose de valor se acercó al caballero que la acechaba desde la otra acera, carraspeó y le inquirió: - ¿Por qué no deja de mirarme?, ¿Acaso le parezco atractiva?...
No señorita-contestó amablemente el hombre- simplemente me recuerda usted a alguien que conocí hace tiempo, antes de quedarme ciego.
La chica se dió la vuelta ofendida y se marchó sin más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario