domingo, julio 27, 2008

Muertos de risa


Su risa era tan contagiosa, que nadie la podía parar. Aquel 10 de septiembre la plaza estaba abarrotada, y la risa brotó espontánemaente de sus adentros contagiando a todos. Un camión militar que cruzó el pueblo se contagió de la risa y la llevó al pueblo de al lado, de ahí saltó a la capital a través de un viajante. La risa llegó a la emisora de televisión, y se extendió por el país. Por todo el continente la gente reía y reía sin parar. Los países a los que aún no había llegado trataron de evitarla. Cerraron los aeropuertos, las estaciones,...pero nada la podía parar. La risa llegaba con los pájaros, con el viento, se extendía como una plaga dejando a la gente exhausta de tanto reír. Los accidentes y catástrofes de todo tipo comenzaron a sucederse por el mundo. La risa estaba acabando con la humanidad. Trataron de localizar la fuente de la pandemia, pero entre tanta risa era imposible organizarse. Entonces un político, entre carcajada y carcajada contó un chiste: nadie se rió. Ganó las elecciones ese año y fue condecorado como héroe universal.

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