El peón miró a su reina y apretando los dientes dió un paso hacia su segura muerte. El caballo pareció no verle y le pasó por encima en busca de mejores objetivos. Un segundo peón se colocó a su lado, temblando también, y sabiendo que esta vez el cebo sería irresistible para el enemigo. No fue así, el alfil rival se aposentó junto a los peones con una sonrisa maliciosa. La reina estaba desconcertada, y no supo qué ordenar a continuación. Pidió ayuda a la caballería, que trató de acercarse presta al punto del conflicto. Tarde. La reina oponente salió de su cubil y se colocó estrategicamente protegida por sus huestes enfilando al monarca perplejo. ¡Jaque!, retumbó en la sala acallando cualquier voz disonante. El peón vería morir a su rey en el próximo turno, pero al fin y al cabo, eso tampoco iba a ser tan malo.
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