Abrió un ojo alertado por el chisporrotear cíclico del monitor de su ordenador. Juraría que lo había dejado apagado antes de irse a la cama. Efectivamente, permanecía apagado, aquel ruido provenía del interior de su propia cabeza. Y es que a los robots nunca se les ha dado bien eso de dormir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario