viernes, junio 19, 2009

Zombis en oferta

No es sencillo abastecerse de productos básicos cuando tienes al resto de tus conciudadanos muertos, pero vivientes, persiguiendo tu culo para hacerse una butifarra con tu colon…
Ayer nos tocó salir a Hugo y a mí…cada semana nos toca a una pareja diferente. Por ahora solo hubo una vez en la que uno de los dos que fueron no volvió, total, era un esquizofrénico de mierda que tarde o temprano iba a acabar perdiendo la chaveta, así que mejor zombi. Al que volvió herido tuvimos que sacrificarlo al día siguiente, pobre infeliz…

Sin embargo ayer tuvimos suerte. Salimos al amanecer, como de costumbre, para al menos evitar a los vampiros, menudos hijos de puta. Por la noche la ciudad se llena de ellos, bueno y de las vampiresas ni hablemos…recuerdo la noche que me crucé con aquella mulata mutante bailando reggaeton,…menudas curvas, menudas tetas, menudos colmillos tenía la hija de su madre…y bailándome reggaeton…menos mal que a mi nunca me gustó esa música y ni me acerqué…no estaría contando esto.

El caso es que alcanzar el centro fue relativamente fácil, tampoco había muchos “tolis” (llamamos así a los zombis, cariñosamente, vamos…). Hugo llevaba la recortada y yo opté por echarme el machete y el Colt 45 modificado de don Vicente, el coronel retirado que coleccionaba armas y que fue expulsado del ejército por su afición excesiva a las mujeres de vida alegre, y al que el desastre pilló acampado en su autocaravana dentro del camping.

Cuando llegamos a los grandes almacenes la cosa empezó a ponerse un poco más tensa. Nos habíamos untado con barro para hacer nuestro olor menos evidente, pero estos mamones tienen la pituitaria más fina que el papel de fumar, y empezaban a pulular en nuestra dirección a la que nos quedábamos parados más de tres minutos en la misma zona. La clave está en moverte siempre. Pero claro, cuando estás rodeado por miles de “tolis” sedientos de vísceras, a poco que te descuides, los tienes encima pidiéndote el hígado, ¡y sin ningún tipo de modales!

El objetivo principal de la salida era hacernos con ropa de abrigo, algunas mantas, medicinas y algo de comida. Hasta hacía relativamente poco habíamos sobrevivido con lo poco que había en la despensa del camping y con lo que cada uno fue aportando. Luego, cuando empezaron a agotarse los productos frescos, tuvimos que recurrir a la caza, cosa difícil con lo poco que dejaban vivo los “chupones” y los “tolis” (que también se les ha visto atacando a las criaturitas del campo…). Así que la opción de las conservas y comida congelada que quedaban abandonados en los supermercados era una opción más que a tener en cuenta.

Luego empezaron las escapadas a la ciudad. Menuda fuente de suministros. Todo estaba abandonado, pero se habían causado muchos destrozos, los mutantes ya habían dado buena cuenta de muchas cosas, y no sabías en que rincón te podía saltar un “vampi” al cuello. Hasta que empezamos a conocer a los zombis y sus debilidades, fueron muchos los que cayeron. Ahora les cuesta más cogernos.

El momento más peligroso fue durante el regreso al camping. No se si podíamos llevar detrás nuestro unos doscientos o trescientos zombis, menudo espectáculo…cuando de repente aparecen otros veinte o treinta cerrándonos el paso. Hugo no se lo pensó, agarro la recortada y empezó a descerrajar tiro tras tiro sobre las cabezas de aquellos infelices. ¡Menuda máquina de rematar! No fallaba uno, 10 cartuchos, 10 zombis para aperitivo de los que nos seguían. A los otros les dejamos atrás a la carrera tras darles unos machetazos y unas patadas, porque precisamente rápidos no son y solo en levantarse echan media mañana…

Cuando alcanzamos el camping ya empezaba a caer el sol,…nos habíamos asegurado de no tocaba luna llena, porque solo faltaría que a la vuelta te asaltase un “peludo” y te hiciera un siete en la espalda. Los demás nos esperaban detrás de las barricadas. Durante nuestra ausencia habían abatido a unas dos docenas de “tolis”, de los que se internan en la campiña buscando tripas, y lo peor es que cada vez son más habituales.

La semana que viene no me toca salir, aunque tampoco estoy seguro de si habrá semana que viene, ni siquiera si habrá mañana…

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