Volvió a pulsar una y otra vez aquel botón mirando a su alrededor para ver qué ocurría. Cansado después de apretar más de cien veces, se alejó pensando que no funcionaba. Dos calles más abajo, ciento cuatro enanitos vestidos de rojo bailaban claqué sobre la acera.
jajjaa y menos mal que paro... jeje
ResponderEliminarMe gustó.
Un saludo indio
¿Qué esperabas Gulliver?
ResponderEliminarSalut
¡Hola! Verás, soy miembro de una futura revista electrónica llamada Síncope y estamos tratando de juntar colaboradores. Estoy a cargo de la sección de "Minificción" y me gustaron bastante algunos de tus textos. ¿Te interesaría colaborar con nosotros? No sé nada de ti, ¡ni tu nombre! Si puedes, escríbeme a helenavaldivia37@gmail.com
ResponderEliminar¡Mil gracias!