Me levanté del suelo sacudiéndome la ropa. Miré a mi alrededor y vi una silueta que se acercaba con parsimonia. Le reconocí entre las nubes de polvo que dejaba tras de sí el coche que se alejaba, era mi abuelo.
-Pero abuelo -dije entre sorprendido y emocionado- si tú habías muerto...¿cómo...?
-Sí, hijo, llevo esperándote treinta años...
Y nos fuimos juntos, allí donde aguardaban el resto de mis ancestros, a seguir esperando...
Que historia tan linda y tan intensa... Casi lloré jejeje.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz año! Esperemos que sigas escribiendo esas microficciones tan maravillosas en el 2012 =).