miércoles, diciembre 07, 2011

Padre

Mi siguiente recuerdo es fuego. La chimenea alimentada con brezo y junco despedía un aroma que aún habita en mi memoria, como si no hubiese podido encontrar una rendija por la que escapar. Unidos a las brasas y al calor, de forma imperceptible e indivisible, hay unos brazos, unos brazos fuertes y bronceados, unos brazos curtidos en los bosques y en los pastos, los brazos de mi padre, que me sostiene sobre su pecho y que intenta que sus lágrimas no vayan más allá de sus ojos.

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