sábado, diciembre 31, 2011
Remolino
Cuando el agua juega, el hombre pena. Lo decía padre y lo cantaban los pájaros del bosque junto al arroyo. La noche era especialmente fría, y noté como de pronto las estrellas se movían más deprisa. Repentinamente me sentí despedido fuera de la balsa, e instintivamente me agarré a ella, la fuerza del remolino la zarandeaba y la atraía sin remedio. La solté. La perdí. Me salvé. Estaba empezando a conocer al río.
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