viernes, enero 13, 2012

El diezmo

Llegaron unos soldados. Venían a recoger el diezmo, como cada año. Eran unos quince hombres vestidos con gruesas pieles curtidas y cascos de bronce, con lanzas y espadas de hierro forjado, como aquellos que buscaron a mi padre la última vez que le vi. Albergué fugazmente una esperanza remota, tal vez alguno supiera de él. Fue en vano. Recogieron su tributo en silencio y regresaron por el camino del norte cargados con el fruto del esfuerzo de todo un pueblo. Como descubrí con el tiempo, ni ellos ni sus amos lo merecían.

1 comentario:

  1. Sigo tu interesante microhistoria a ver hasta donde me conduce.
    Salut

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