miércoles, febrero 01, 2012

El Rey de Caleth

Aquella mañana nadie salió a pescar. Era el día del Rey, y pasé la mañana esperando oír sonar las trompetas y ver pasar la comitiva. Pero el Rey de Caleth no era un hombre, el Rey de Caleth era un pez. Tampoco era un pez cualquiera. Había habitado las aguas de aquel río durante doscientos años, había volcado más de cien botes y roto más de mil redes. El pueblo entero se apostó a orillas del río esperando que asomara su lomo plateado como cada año para rendirle homenaje. Pero esta vez no apareció saltando y surcando las frías aguas, sino inerte y arrastrado por la corriente, flotando inmóvil ante la mirada atónita de los que allí se congregaban. El Rey de Caleth había muerto, los ancianos lloraron, los jóvenes temblaron, y todo el pueblo presintió que aquel invierno iba a ser el más duro en siglos.

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