sábado, marzo 03, 2012

EFEQUIS


Varios platillos volantes disparaban sus rayos desintegradores contra los tanques del ejército. El público se estremecía con cada estruendo y algunos rostros se ocultaban tras pálidas manos. Solo Mario y Carlos reían, una carcajada sonora inundaba la aterrada sala con la aparición de cada monstruo alienígena o con cada estrambótico artilugio.

Finalmente, el acomodador linterna en mano se acercó a ellos, y tras la pertinente llamada de atención, sus risas de tornaron en espontáneos bufidos o carraspeos nasales de contención. Lo que aterraba y sorprendía a tantos, a ellos les hacía reír.

Tras la proyección, Carlos llamó a un taxi, un veterano Mercedes a punto de jubilarse les recogió y les dejó junto a un descampado. Mario sacó entonces un teléfono móvil y marcó un número de doce dígitos. Estos no tienen ni puta idea- comentó a quien estuviese al otro lado de la línea- podéis pasar a recogernos…

Aquella noche algunos vieron extrañas luces en el cielo, pensaron que aquel estreno tenía una excelente promoción publicitaria.

1 comentario: