Un maltufo no entiende de horarios ni de precios, no mira antes de cruzar ni respira el mismo aire que el resto de los mortales. Un maltufo escupe al viento y no se moja, tira la piedra sin esconder la mano y estornuda para adentro, sin hacer ningún ruido. Un maltufo es oscuro y claro, inteligente y absurdo, veloz y lento. No podía ser de otro modo, se inventó a sí mismo.
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