martes, enero 17, 2012

Ultratumbado

Le miré, me miró. Sonreí y sonrió. Yo sabía que no podía ser real, sabía que dejó este mundo tiempo ha.

¿Eres un fantasma? - pregunté.
No, soy un recuerdo - respondió.

Volvió a sonreir, esta vez sin ganas, y desapareció en el olvido.

lunes, enero 16, 2012

El lenguaje del bosque

Las hojas hablan con voces agudas y frescas, se encargan de dar las buenas noticias y de avisarte si te encuentras en peligro. Las ramas son más bruscas, sus voces son secas y tensas, y te dicen hacia donde sopla el viento o si se acerca una tempestad. Los troncos tienen las voces más graves y sonoras, retumbando en tu interior para indicarte el camino o mostrarte aquello que saben que te interesa. La hierba no habla, los matorrales susurran y soplan, y las flores ríen cuando la brisa las mece. Si un bosque se enfada contigo, huye cuanto antes.

domingo, enero 15, 2012

Corteza

Corteza era un árbol viejo, algo más que milenario. Hablaba en susurros, y contaba historias de venganzas y traiciones, de alegrías y pasiones, de victorias y derrotas. Pasé muchas tardes bajo sus ramas reviviendo antiguos cantares y olvidados poemas. Corteza parecía conocer todas las batallas y a todos los reyes; los amores y los odios de todos los hombres, las muertes de todos los justos y las penas de todos los malvados. Corteza era un árbol, pero no un árbol cualquiera, era el Portavoz de la Fronda y el Guardián del Secreto, un secreto que con el tiempo accedería a contarme, aunque como siempre solía decir ante mi infantil impaciencia, a su debido tiempo.

viernes, enero 13, 2012

El diezmo

Llegaron unos soldados. Venían a recoger el diezmo, como cada año. Eran unos quince hombres vestidos con gruesas pieles curtidas y cascos de bronce, con lanzas y espadas de hierro forjado, como aquellos que buscaron a mi padre la última vez que le vi. Albergué fugazmente una esperanza remota, tal vez alguno supiera de él. Fue en vano. Recogieron su tributo en silencio y regresaron por el camino del norte cargados con el fruto del esfuerzo de todo un pueblo. Como descubrí con el tiempo, ni ellos ni sus amos lo merecían.

jueves, enero 12, 2012

Seis meses

Pasaron seis meses, me hice más alto y más fuerte, aunque no tanto como mi hermano, que me sacaba un palmo y podía lanzar una piedra del tamaño de un puño al doble de distancia que yo. Era más rápido y más ágil también, pero aprendió a respetarme y cuidarme y por eso le consideré mi hermano. Aprendió que yo pertenecía al bosque y conocía al río. Aprendió que ellos también me protegían y me hablaban. Siempre se sintió feliz de pertenecer a tan ilustre grupo.

miércoles, enero 11, 2012

Mi nombre

A veces lo olvido. Cuando despierto en mitad de la noche y no hay una luz que me indique donde estoy, olvido mi nombre. Escudriño en la oscuridad hasta que mis ojos se acostumbran a la nada, entonces empiezo a percibir una luz, una luz que no es real, que está en mi mente y me ilumina el camino hacia la pequeña estancia que guarda mi nombre, y digo pequeña porque no necesito más para recordar que me llamo Minos. Soy Minos Talión, nací y crecí en el bosque, y juro que antes de acabar mi historia, seré libre de nuevo.

martes, enero 10, 2012

Una familia

Humpert y su esposa Balma tenían dos hijos: Mioth, de ocho años y Elgha de cinco. A la mesa éramos seis, porque el viejo Narhum había perdido a los suyos dos inviernos atrás y fue acogido por el jefe. Narhum no tenía dientes, y su escaso cabello era blanco y fino. Conocía secretos que incluso el bosque o el río habían olvidado ya. Me enseñó a pescar sin cebo y a reconocer cuándo una nube anunciaba tormenta. Un día me dijo que el mundo tenía un millón de años. Murió a la mañana siguiente.

sábado, enero 07, 2012

La aldea


Caleth era una pequeña aldea de pescadores donde convivían no más de veinte familias. Los aldeanos me acogieron con extrañeza, pero fueron amables. El jefe era un hombre grueso y barbudo al que llamaban Humpert. Humpert tenía esposa y dos hijos, y a partir de aquel día se convirtió en mi protector. Me enseñó a remar y a pescar, y así acabé por terminar de conocer y temer al río.

jueves, enero 05, 2012

Ese olor


Igual que ahora, ese olor vuelve desde entonces a mi mente, me rodea, está a mi lado, me envuelve. Huele a agua y tierra, a barro y a bosque, a llanto ahogado en el fondo de los pulmones de un niño, a rabia afincada en el corazón de un hombre, al frío de la oscuridad que habita en el alma de mis captores. Es el olor del odio...

martes, enero 03, 2012

A nado


Aquella era una tierra deshabitada. Ningún pueblo, aldea ni camino a la vista en leguas a la redonda. No podía seguir ningún sendero, solo el del agua. Había aprendido a nadar en las pozas y en los arroyos, y había perseguido a las truchas a nado por el río. Podría arreglármelas, y lo hice. Siempre lo he hecho. Nadé durante horas agarrado a un grueso tronco, dejándome llevar por la corriente, respirando pesadamente cuando el frío me agarrotaba las piernas y los ruidos de la noche me helaban el corazón. El río no era el bosque, ni era tan amable. Nadé hasta quedar agotado junto a la barca de un pescador. Llegué a pensar que yo no le importaba al río.

domingo, enero 01, 2012

Al raso


Encendí un fuego con unas cuantas ramas y el pedernal que había guardado en mi bolsillo. Era la piedra de fuego que padre tenía junto al hogar, y que se había salvado del incendio que destruyó mi casa. Ahora el fuego destructor me daba la vida, como el bosque traidor me la salvó y el lobo hambriento me la perdonó. La vida, tan barata y tan cara, tan valiosa y tan fútil, todo según qué o quién la ponga en su balanza.