lunes, febrero 20, 2012
Blanco y negro
domingo, febrero 19, 2012
La hierba blanca
La hierba roja crece cerca de volcanes y montañas vivas, se utiliza para calmar los dolores del parto y cerrar las heridas abiertas. La hierba negra habita en la sombra junto al barro, en el cieno de pantanos y estanques perdidos, y es un veneno mortal. La hierba azul nace en la montaña, en las cumbres más altas y frías, y su savia permite cauterizar sin dolor y rehacer la piel. Pero la hierba blanca, la que obra milagros y devuelve la vida, esa nadie sabe dónde crece.
Perdido y cansado, rendido ante el destino que cerraba su puño sobre mí, lloré y maldije, elevé mi voz al cielo invernal y percibí como mi eco se quedaba atrapado entre las hojas y las ramas. Mis lágrimas cayeron sobre la tierra fértil bajo la sombra de un roble. La imagen del enramado sobre el suelo se hizo negra y rotunda, el bosque tembló, y en el lugar de mis lágrimas vi brotar un minúsculo tallo, el cual ante mis ojos creció hasta alcanzar tres dedos de altura y murió al instante, tornándose blanco e inmaculado como una flor de nieve.
miércoles, febrero 15, 2012
lunes, febrero 13, 2012
Los favores del bosque
El olor de aquella estancia era el de la muerte que ronda al enfermo. Olía a almizcle y a carbón, olía a frío. El fuego del hogar no mitigaba aquella sensación de extremo helor. La familia trataba de aplacar la fiebre con paños mojados en infusión de salvia caliente. Todo en vano. Aquella enfermedad no era la común, era la enfermedad de la nieve y el hielo, era el castigo de un invierno feroz. Decidí pedir ayuda al bosque.
Corteza dormitaba en un sueño de árboles milenarios. Las criaturas del bosque tenían por costumbre retirarse ante la nieve y guardar sus energías para la llegada del calor. Los árboles también lo hacían. Me costó despertarle, su voz era pastosa como la resina, como el susurro de un viento joven y con el aroma de mil raíces atrapadas en la tierra más profunda. Corteza escuchó mi relato y percibió mi llanto. Roncó y murmuró dos palabras, y volvió a dormirse. Hierba blanca, dijo.
sábado, febrero 11, 2012
Agua, nieve e ira
La nieve y el agua no son lo mismo. Igual que el hambre o la ira transforman al hombre, el frío transforma al agua. La nieve es el agua con ira, es el agua con hambre, es más fría, más fuerte, más mala. Cuando cae con delicadeza sobre los campos y chozas, parece frágil y amable, pero esconde en su blanca envoltura un dañino secreto que desvela cuando menos lo esperamos. Mi protector conoció el daño sin quererlo, sufrió tres días de altas fiebres mientras la muerte se paseaba a sus anchas por la choza, amenazando con entregar su nefando regalo en cualquier momento.
viernes, febrero 10, 2012
Invierno
El frío hiela los huesos y duerme la carne. A veces parte la piedra, y mata la hierba siempre. Recuerdo aquel invierno como el más frío de mi vida. Más que el frío que ahora me azota la mente y me deja los huesos molidos. La caza y la pesca se hicieron escasas, obligando a los hombres a subir a la montaña, obligando a romper la capa de hielo en los lagos buscando los peces más fríos. Una capa que no siempre puede resistir el peso de un hombre. Humpert lo descubrió tarde, el hielo se quebró bajo sus pies y el agua le entumeció en segundos. El frio le hirió gravemente, porque cuando el frío toca algo, su intención es sumirle en un sueño inalterable, en una vida desvaída y sin fin.