Una flecha mató a la musa. Todos lloraron su muerte: el poeta y el dramaturgo, el payaso y el artista, el bufón y el trapecista. ¿Quién, con tan mal tino, asesinó a la diosa? Un tal Cupido, dijeron. Quien a lo lejos preparaba una nueva flecha mientras una lágrima surcaba su rostro.
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