Recibió una llamada teléfonica que le sobresaltó. Descolgó y preguntó sin saber si aquella podría ser el desencadenante de la historia más excitante de su vida. Pero la voz al otro lado del teléfono le hizo dudar: "Buenos días, ¿Zapatería Angelines?"
Miró a un lado y a otro, en silencio...¿Le estaban poniendo a prueba? ¿Le estaban hablando en clave? El silencio y la intriga del momento solo fueron rotos por la misma voz que insistía:
"¿Angelines? ¿Es usted?"
Cogió aire, se armó de valor y contestó: "Perdone, se ha equivocado de número"
"No, no, yo no. Se ha equivocado usted, por eso le llamo" - replicó la voz- "le dije un treinta y seis y me dió usted un treinta y ocho. A la niña le aprieta una barbaridad..."
Miró a un lado y a otro, en silencio...¿Le estaban poniendo a prueba? ¿Le estaban hablando en clave? El silencio y la intriga del momento solo fueron rotos por la misma voz que insistía:
"¿Angelines? ¿Es usted?"
Cogió aire, se armó de valor y contestó: "Perdone, se ha equivocado de número"
"No, no, yo no. Se ha equivocado usted, por eso le llamo" - replicó la voz- "le dije un treinta y seis y me dió usted un treinta y ocho. A la niña le aprieta una barbaridad..."
Y así entre chanzas y vaivenes, entre dimes y diretes, pasó la tarde hablando con una total desconocida...
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