lunes, noviembre 18, 2013

Basuras que huelgan


Aquel montón de basura no tenía la culpa. Me miraba cabizbajo desde su inmundicia tratando de no despertar sospechas infundadas, pero no lo conseguía. La bolsa de ganchitos vacía trataba de huir de la escena aprovechando la otoñal energía del viento de la mañana; una lata vieja rodaba calle abajo como en sus tiempos mozos, con un clan-clan de lo más castizo. La cáscara de naranja marchita trataba de disimular su ajada piel ocultándose tras el cartón de vino aplastado, mientras tanto, las cajetillas de tabaco y varias servilletas usadas se hacían las dueñas de la calle, pavoneándose ante los perplejos transeúntes. La botella se quedó sin palabras.

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