jueves, mayo 14, 2015

El otro mundo


Lento e implacable avanzaba el féretro a hombros de los penitentes, seguidos por una comitiva de paso lento y callado que se derramaba hasta perderse de vista. La parsimonia del desfile hacia el camposanto se cubría del silencio del otoño, solo quebrado por el graznido de algún cuervo sobrevolando el camino y por los gritos que brotaban del interior del ataúd. La agitación y los golpes de aquel ser enclaustrado hacían que los porteadores tuviesen que aferrar con fuerza la madera con sus uñas podridas. En el mundo de los zombis, los entierros son así.

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