Me acaricia la mejilla y me dice: se puede subir al tren y mirar atrás, no pasa nada. Pero trata siempre que el mirar atrás no te impida subir a los trenes que la vida mande a tu estación. Me da un beso, se gira y sube al tren. Yo me quedo atrás, viendo el tren marchar. De vuelta a casa lo entiendo todo. Tarde pero todo.
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