miércoles, agosto 26, 2015

Madurando

Pasaban las diez de la mañana cuando cruzó la gran puerta. Tras dejar su documentación y responder a las preguntas pertinentes le hicieron pasar a una pequeña habitación. Era el último paso. Ya había quemado sus juguetes en una pira, había escupido en el suelo y había fumado su primer cigarro. "Bienvenido, - le espetó una voz procedente de todas partes- ha dejado usted atrás la infancia, es momento de madurar". Otra puerta se abrió y se encontró ante un vestidor repleto de trajes, zapatos de piel y corbatas, no había vuelta atrás. Cuando abandonó el edificio era otra persona, ya no calzaba unas zapatillas rojas con agujeros y unos vaqueros raídos, su pelo estaba ahora perfectamente cortado y peinado, y su porte era el de un adulto serio y consecuente. Metió la mano derecha en el bolsillo y sonrió, ya era una persona madura, un hombre hecho y derecho que debía comportarse como tal, pero no sonreía por eso, sonreía porque estaba deseando llegar a casa y estrenar su nueva peonza.

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