jueves, septiembre 17, 2015

Siglos

La nieve entra en mis ojos sin piedad, cegándome y congelando mi córnea. El frío en los ojos es una de las sensaciones más inquietantes de entre las que he podido sentir aquí. Llevo siglos esperándola, me dijo que si era paciente, algún día volvería y se quedaría conmigo para siempre. Y por eso espero, por eso he aguantado tormentas y vendavales, granizos y ventiscas, noches sin fín y días donde el sol convertía en un horno la tierra desnuda. Y aquí sigo, esperanzado, demostrando que puedo perder incluso el miedo al dolor y a mi propia vida por el premio de esa misma vida junto a ella. He pasado hambre y sed, y he lidiado con aquellos que al verme se han parado a consolarme, a darme ánimos o a simplemente burlarse de mí. He estado a punto de rendirme, de tirar la toalla y volver a una vida cómoda y fácil, a la confortable rutina del día a día y a una cama caliente tras una buena cena. Pero imaginarme el vacío insondable de esa vida me ha causado tal espasmo, que he preferido aguantar otro siglo a la intemperie, otro siglo de fríos extremos y lluvias heladas, otra muerte lenta y dolorosa, que permanecer siquiera un segundo sin albergar la esperanza de su vuelta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario