martes, noviembre 10, 2015

Una de piratas

Era un capitán novato, aunque apuntaba maneras como pirata. Durante sus comienzos conoció a valientes y avezados bucaneros, con quienes compartió batallas y abordajes en los siete mares. Cuando formó su primera tripulación, algunos rechazaron unirse a él por no confiar en su mando, por estimar que aquel capitán imberbe no les merecía. Pese a todo, aquel joven capitán se embarcó en múltiples aventuras, en algunas salió victorioso y en otras no, y en cada nuevo intento trataba de que aquellos marinos que habían rechazado unirse a él, lo hiciesen ahora. Algunos lo traicionaros e intentaron quedarse su navío, otros trataron de hundir su prestigio alentando rumores sobre su capacidad de mando y su valor, otros simplemente le ignoraron. Aplacó mil motines y enfrentó cien espadas con brazo firme y determinación clara, gobernó muchos barcos y pisó incontables islas. Pasó el tiempo y el capitán ya no era joven, tenía un barco y una tripulación temidas por todos los mercantes y buques desde Tortuga a Cartagena y desde Barbuda a Santo Domingo. Tres cicatrices surcaban su rostro y una de sus manos yacía en el fondo del mar. Su solo nombre levantaba murmullos y propiciaba que algunos se fuesen a casa antes del alba. Ahora, aquellos que le rechazaron y traicionaron trataban de alistarse en sus filas, o lanzaban sus sombreros al aire al verle pasar para llamar su atención. Tarde. Ahora eran ellos los que no le merecían.

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