lunes, febrero 29, 2016

Desencuentro lunar



Salí a la terraza porque me llamó la Luna. Hay veces que me llama porque se aburre y no sabe qué hacer, entonces subo a hacerle compañía hasta que se duerme y me deja volver a mi cama. Otras veces me llama porque tiene cosas que contarme, y me habla de sus intrigas con el Sol y los astros, o de la atracción que el mar siente por ella y que provoca mareas que intrigan a propios y extraños. Las menos, me llama para pedirme consejo, aunque sea la Luna, tiene sus dudas e indecisiones, no va de estrella. Aquel día me llamó y se quedó callada, contemplándome sin querer que nuestras miradas se cruzasen, haciendo ruiditos y susurrando estribillos de canciones antiguas muy bajito, pero no me dijo nada, ni aun preguntándole. Al cabo de un rato dio media vuelta y se fue. Desde entonces no me ha vuelto a llamar. Se lo perdono porque es la Luna, pero quiero que sepa que ahora se me hacen las noches más largas.

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