miércoles, abril 27, 2016

El papel



Era el papel de mi vida. Había pasado años haciendo de secundario, interpretando papeles de poca monta: mensajero, camarero, guarda de seguridad, taxista, algún secundario con frase… Siempre esperando a que llegase ese momento, el momento en el que un director con talento pensase en mí para darme ese papel protagonista soñado, el que independientemente de ser o no exitoso, encajara como un guante conmigo, con mi personalidad, con mis aspiraciones, con mi sueño.

El casting fue duro, no el típico casting de diez minutos donde recitas una frase y listo. No. El casting duró meses, años; tuve que entender el guion, comprender al director y ceñirme a sus gustos y al ideal de protagonista que tenía en su mente. No todas sus indicaciones me eran gratas, pero quería el papel, sabía que de conseguirlo podría sentirme realizado como actor y como persona, y que sería algo de lo que cada día podría estar orgulloso.

Tras muchas vueltas y revueltas, el director no parecía convencido, intentó cambiar el guion varias veces aun no estando muy seguro de ello. Yo tuve que aprendérmelo otras tantas, porque en cada ocasión cambiaba la trama y se transformaban las líneas argumentales hasta hacerse casi irreconocibles, pero no me importaba, porque quería ese papel a toda costa.
En la última prueba, el guion había cambiado tanto que me empezó a confirmar mis sospechas. El director había perdido la ilusión por el proyecto y había hecho tantos cambios de planteamiento que aquel guion ya no era lo que comenzó siendo. Noté que yo ya no encajaba en ese papel.

Tras acordar que el protagonismo ya no sería para mí, le dejé claro que de haber seguido el guion original yo habría estado encantado con el papel, que sería la película de mi vida y que la haría con los ojos cerrados, cosa que él entendió, pero aun así mantuvo su idea de buscar otro actor.
Dejamos de hablar del tema y no volvió a llamarme.

Hace unos días me lo crucé en un estreno, se dirigió a mí y me preguntó qué porqué había dejado de hablarle, que si estaba enfadado o resentido con él. Que cómo después de todo el tiempo que habíamos estado volcados en el proyecto, me había desentendido hasta tal punto de su película. Le contesté que por supuesto que no, que ojalá le fuese muy bien y encontrase a ese actor que encajase con su idea. Le dije que su historia no me interesaba si yo ya no formaba parte de ella. Tan simple como eso. 

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