Final feliz

Abrió la ventana y la vio llegar. Fresca, alegre, con paso firme y esa elegancia que nadie pudo jamás igualar, con la sonrisa que le había conquistado desde el primer día en que cruzaron sus miradas. Bajó la escalera con el corazón aleteando en su pecho y salió al camino casi a la carrera dispuesto a abrazarla y comérsela a besos. Cuando llegó al cruce ella ya no estaba, avanzó por el camino esperando que quizá se hubiese dado la vuelta al olvidar algo, o tal vez se hubiese retrasado hasta el bosquecillo de abedules cercano a recoger unas flores para la encimera. No la encontró. Caminó y caminó hasta que se hizo de noche y otra vez de día, y no la halló. Durante días y semanas siguió el sendero esperando encontrarla de nuevo y volver a sentir su dulce mirada. Llegó al final del camino y encontró una valla cubierta de musgo, no había más. Ella no volvió nunca. Él se quedó con el perro. Fin