Debería pegarme una ducha y salir al espacio a buscar
ratones. Tal vez la ensalada de ánimas y velas servida sin templar y devorada
sin remordimientos me haya hecho concebir un nuevo horizonte donde solo habitan
la desidia y el infortunio, no lo sé. He recogido la cosecha azul de soslayo
sin saber muy bien a dónde me dirigirían mis caducos pasos, imaginándome una
vez más rodeado de pastos y verdes limas en un océano de impávidos alcotanes
cuyos ojos muertos reflejaban la alegría de un pasado adusto. He temblado y he
rimado mil palabras malsonantes en una cadena infinita de asonancias y derivas
inventadas en idiomas que no existen. Me he muerto y enterrado; he resucitado
al rato y me he vuelto a morir. Un minuto, una hora, un día o tres. Esperando estoy
aún a que vuelva el Internet.
No hay comentarios:
Publicar un comentario