viernes, junio 13, 2008

Naúfragos


Salvó su vida aferrándose a un viejo libro que flotaba. Ahora en aquel islote solo estaban el libro y él, mirándose de reojo bajo un sol abrasador y despiadado. La desesperación no tardó mucho en llegar, y con ella el dilema: quemar el libro y tener así una oportunidad de dejar la isla, o leerlo en espera del rescate. Tras meditar, decidió hacer ambas cosas: leería el libro y luego, una vez adquirida su sabiduría, haría con él una gran fogata que alertase al mundo de su situación. El náufrago leyó el libro, éste le acompañó y le arrulló, le cantó y le hizo viajar, le fortaleció y le dio esperanzas.

Cuando llegó el momento de hacer la hoguera, acercó tembloroso la llama al libro, pero no pudo hacerlo. Lo recogió del suelo, lo abrazó contra su pecho y se sentó en la playa a esperar su destino.

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