miércoles, junio 03, 2009

La batalla de los cinco generales


Hubo una vez una gran guerra en la que muchos ejércitos lucharon por conquistar un enorme país. De entre ellos el más grande era el ejército de Mou Mou, el más grande general de aquellas tierras, pese a ser un anciano venerable de muy avanzada edad, el resto de los ejércitos no podían hacerle frente, por lo que decidieron aliarse para así aplastarle con su superioridad numérica y apoderarse de sus territorios, castillos y palacios. Así se las gastaban por aquellos lares.
Fueron entonces cinco los ejércitos que se aliaron, y cinco los generales que se pusieron al mando de tan ingente fuerza destructora. El bravo general Tao Pao, el astuto Zago Yao, el prudente Pai Tai, el soberbio Lao Sang y el invicto Fu.

Al amanecer del primer dia del quinto mes, los ejércitos acudieron al campo de batalla pertrechados con sus mejores equipos, dispuestos a darlo todo por su señor y su patria. De un lado el ejército de Mou Mou, tras las trincheras de astas afiladas y con la protección del bosque a su derecha y el rio a su izquierda, no eran más de seis mil almas.

Del otro lado, la imponente fuerza de la coalición: veinte mil hombres armados. Todos al mando de los cinco generales más ambiciosos del país.

Mou Mou tomó la iniciativa y ordenó a sus arqueros que oscureciesen el cielo con sus flechas. La orden no se hizo esperar y la oscuridad se hizo en la mañana. Ante la lluvia de saetas, el bravo general Tao Pao, ordenó cargar a la infantería, mientras que el prudente Pai Tai les instaba a cubrirse con sus escudos. Los soldados no supieron qué hacer: unos corrieron hacia el enemigo gritando con las armas en alto, otros trataban de cubrirse entorpecidos por los que corrían, y ante el desorden, todos perecieron.

Con las primeras filas aniquiladas, Mou Mou ordenó una carga de caballería. El astuto Zago Yao pidió a los lanceros que preparasen sus astas para recibir la embestida, mientras que el soberbio Lao Sang ordenaba a su vez una contracarga a sus caballeros. Las órdenes fueron acatadas, pero el tumulto entre lanceros y caballeria del mismo bando impidió cumplir su cometido a ambos, dejando vía libre a los jinetes de Mou Mou que causaron ingentes bajas en las filas de la coalición.

El enorme ejército se vió de pronto desbordado por el avance de la infanteria de Mou Mou, que aprovechando la confusión creada por la caballería, había cargado contra las filas enemigas de forma sorpresiva, haciendo que los supervivientes se batiesen en retirada ante el asombro de los cinco generales que nada pudieron hacer frente a la desbandada general y el abandono de las armas por parte de sus huestes.

Tao Pao recriminó a Pai Tai, Zago Yao insultó a Lao Sang, Mou Mou sonrió como solía hacer cuando ganaba una batalla, y el invicto Fu, dejó de serlo.

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