martes, junio 29, 2010
Aficcionado
De camino cacé al vuelo palabras que me atraparon sin remedio, aún a sabiendas de que hay quien dice que oír conversaciones ajenas es un acto reprobable. Para mí su atracción fue tan inevitable como la del más dulce de los pecados. Atento al desarrollo de la narración, fui entrando en la historia allí contada y trasladado a otras vidas y momentos, a otros lares y vivencias que me hicieron sentir emociones ajenas junto a las mías propias, como un espectador demasiado cerca de la pantalla o el apuntador de una obra teatral que la vive, la conoce y a la vez se mantiene totalmente al margen de ella. Me pierdo y me encuentro, me dejo llevar, mecido por el fluir de la palabra. Cuando retomo por un momento el control, observo que he pasado mi destino, otro día que llego tarde por andar viviendo las vidas de otros...
jueves, junio 24, 2010
Charlas con el diablo III - Pentáculo
martes, junio 22, 2010
Novela negra en veinte palabras
viernes, junio 18, 2010
Todopoderosa
Era buena haciendo magia. Abría sus manos y hacía brotar una llamarada de conocimiento ilimitado que inundaba las sombras. Podía invocar la lluvia y podía secar los mares. Sabía hablar a las aves y al resto de animales. Era capaz de imaginar lo inimaginable y de convertir en luz el más oscuro rincón. Cuando despertaba, su magia quedaba en suspenso, hasta que al final del día, el sueño volviese a reactivarla.
sábado, junio 12, 2010
Sin respiro
¿Os imaginais que os cuento que en una oscura tierra poblada por extrañas criaturas nació antaño un ser de cuyas fauces brotaba fuego y cuyas alas desplegadas podían oscurecer el sol en un instante sin temor a que nadie pudiera dañarle ni con la más poderosa de las armas forjadas en las Montañas del Amanecer de los Tiempos por los enanos de la estirpe del formidable Rey Inmortal en la época en la que aún no existían los hombres ni ninguna de sus maravillas?
viernes, junio 11, 2010
Paraboleando
lunes, junio 07, 2010
Nohuida
Una maraña de densa oscuridad atenazaba sus sentidos mientras corría hacia la luz. Los ruidos de la noche hacían estremecer sus huesos y sus carnes, erizarse como escarpias los vellos de su espalda y tiritar de emociones desconocidas todo su cuerpo. El joven yo, atravesó la tenue neblina tratando de dejar atrás sus miedos, respiró pensando que todo había pasado, y trató de mirar alrededor mientras recuperaba el aliento, pero al tomar de nuevo el control de su mente, observó como un grupo de nuevos miedos le miraban con curiosidad.
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