La lluvia no cesa.
A la luz de una vieja farola miro el reloj, miro a
un lado y miro al otro: Nada.
Días esperando y no llega. Semanas vigilante y
ni rastro. Llevo meses sin noticias, años sin un atisbo de su existencia.
Y aquí sigo hoy, a la intemperie,
esperando ver por fin esa maldita señal del destino.
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