Cuentan los ancianos que una noche se vio al dragón de fuego sobrevolar las cúpulas del templo de Zeth. Cuentan que descendió hasta el mismo centro del templo y que allí escupió su fuego sobre las sagradas escrituras. Cuentan que así la profecía no volvería a insuflar falsas esperanzas en los corazones de los hombres. Eso es lo que cuentan, pero nunca se sabe dónde puede estar oculta la mentira.
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