lunes, abril 14, 2008

Dios perecedero


No era un dios omnipotente, ni siquiera omnipresente, no era más que un dios perecedero, un dios cuyas obras se perderían en el tiempo y en el recuerdo de los hombres. Su condición de ente accidental y anecdótico, circunstancial incluso, le impedía pensar en realizar grandes obras. Se limitaba a ver pasar las creaciones de otros dioses más importantes y magnánimos, dioses con mayúsculas, capaces de engendrar y devorar mundos a su antojo bajo la excusa de su expreso deseo.

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