miércoles, diciembre 21, 2011

La lluvia

La gota incesante me trae recuerdos perdidos de bosques mojados y arroyos danzantes. Recuerdo la lluviosa tarde en que vinieron a buscarle, eran cuatro hombres armados, uno de ellos, el más alto y fornido hacía aspavientos con sus largos brazos mientras mantenía sus ojos tan abiertos como le permitía su alterado rostro. Padre cogió su espada y se fue. Solo me quedó la lluvia, igual que ahora solo me queda el fluir sin pausa de esa maldita gota.

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