domingo, abril 19, 2015

Zombijote de la Mancha

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, ya ha mucho tiempo que vivía un cadáver de los de tripas al asome, quijada inquieta, mirar torvo y glotis renqueante. Una olla de algo más cerebro que pulmón, salpicón sanguinolento las más noches, duelos y quebrantos los sábados, hígados crudos los viernes, algún incauto de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los ciento cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, rojo de entrañas, enjuto de rostro, gran horrorizador y amigo de cazar humanos. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.

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