miércoles, septiembre 27, 2017

Orfeo

Conteniendo la respiración entró en la gruta. Sabía que era el primer ser humano cuyos ojos contemplaban aquellas profundidades. Descendió a buen ritmo hasta que se le terminó la cuerda y hasta que la oscuridad fue más densa que la propia luz de su linterna. Entonces lo vió a duras penas. Su silueta recortada contra las paredes de piedra hacían intuir que era un ente poderoso y ancestral, una criatura más antigua que el mismo mundo. Estaba contemplando su propia sombra.

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