Soy aquel que habita las horas muertas, las que nadie quiere
vivir porque están malditas. Soy el que vigila la ciudad cuando todos duermen,
el eterno insomne. Hago de mi capa un sayo y ensayo, a la vista de nadie y de
todos, sin desmayo, una manera de vencer a la noche y sus horrores. Comulgo con
la luna y las estrellas que me odian y repudian, pues no me acojo a sus leyes;
soy el renegado del sueño y los sueños, del reposo y la pesadilla; el adalid de
la vigilia más estricta que roba su vela a la noche y no duerme, vela. No elegí
esta condición ni pedí ejercerla, me otorgaron el honor de poco en poco, como
una absurda maldición que a ningún puerto me lleva, como una infinita condena
que se ríe de mí con cada nuevo amanecer. Soy el insomne, sí; y si una noche me
ves dormido, será porque he muerto y ella ha vencido.
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