martes, septiembre 15, 2015

Tiempo, el suficiente...

Se nos va la vida entera. Lentamente y sin demora, día a día y sin parar, el tiempo nos demuestra su impasibilidad y constancia en su ineludible tarea de marcar el paso de lo perecedero y confirmar lo futil de nuestra existencia. Como un monstruo marino que devora todo a su paso, incesante, entre mareas y costas, arrasando islas y atolones a través de un océano infinito, así avanzan los años como en una rueda cuyo final es el más cierto de todos. Mirando atrás mientras nos persiguen las horas y los días, los meses y los años, los minutos y los segundos, sin pausa, sin freno, sin piedad. Lo bello se apaga, la luz se desgasta, las fuerzas se agotan, la memoria se borra, las esperanzas se pierden, y nosotros todavía con esa caña pendiente.

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