jueves, abril 28, 2016

Fango en Sildavia

El tiempo pasaba muy despacio en Sildavia. El tren de los Ulumpas llegaba cada mañana temprano a la Ciénaga Negra, donde el Escuadron del Fango se sumergía cada día entre el barro y el limo en busca de los preciados diamantes de fuego que tantos beneficios proporcionaban a su clan.
Esto estuvo sucediendo durante décadas, trayendo poco a poco la prosperidad a Sildavia tras años de duro pesar en los que los Ulumpas tuvieron que adentrarse en profundas grutas, en densos bosques y en las simas más perdidas en busca de un trozo de mineral con el que poder comerciar por unas cuantas monedas.
Ahora el fango les había traido grandes beneficios, tanto que algunos Ulumpas comenzaron a imaginar oficios menos sacrificados y donde no hubiera que sufrir dolores de espalda al llegar a casa tras una dura jornada. Comenzaron a formar pequeños comités y nuevos equipos para hacer realidad sus bonitos sueños. Contrataron a prestigiosos arquitectos y a afamados inventores para poner en marcha sus nuevos proyectos, pero dejaron de lado a los que se sumergían en el fango, a los que seguían llegando cada mañana en el tren con sus palas y picos para extraer esa riqueza de la que ellos luego hacían uso.
Con el tiempo algunos de los recolectores de diamantes fueron abandonando el grupo, hartos de ser apartados de esa élite que dilapidaba los dividendos sin mancharse de barro. Llegó un día en que solamente tres Ulumpas seguían rebuscando en el fango, y más tarde llegó el día en que sin que nadie se percatase de ello, los tres fueron tragados por la ciénaga y desaparecieron sin más.
Por entonces ya nadie recordaba como se buscaba en el fango, ya nadie quería volver a manchar sus manos con el moho putrefacto. Se acabaron los diamantes.
Los grandes negocios fueron abortados, los expertos abandonaron y los Ulumpas volvieron a vagar por Sildavia pidiendo limosna, y tuvieron que volver a las grutas a rascar pedruscos de las paredes, y ya no se oían risas ni bravatas, y el tren de la ciénaga fue devorado por la maleza, y ya nunca volvió a verse un Ulumpa rebuscando en el fango en la vieja Sildavia. Y es que en Sildavia, también se puede morir de éxito.
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